No voy a negar que Andorra es preciosa, pero la recordaba de otra manera. Con el hotel en el centro de Escaldes, a unos cuantos metros de Caldea, las caminatas por la ciudad tras las sesiones diarias de snow eran habituales. Tabaco, alcohol, artilugios de defensa, moviles, camaras, ropa, tablas, botas, bikes... era una orgia de articulos que impulsaban nuestros deseos consumistas...
Durante nuestra estancia en Grandvalira que fue la mayor parte del tiempo, las sensaciones fueron cojonudas. Nieve, calidad, poca gente, longitud de pistas, telesillas y remontes de lujo y el tiempo acompañando en cada momento. La unica pega por destacar algo negativo eran los restaurants y baretos de pista, que te sacudian el bolsillo con mas habilidad que Hacienda, claro que las charlas con las argentinas siempre suponian un aliciente añadido…
De la fiesta nocturna, mejor ni hablar, pesima, quitando la primera noche del lunes que nos topamos con algun garito en condicones en Soldeau, zona guiri… porque el resto de dias que salimos fue una busqueda infructuosa, nada de “Océanos de carne” ni de “Templos de marcha nocturna”, cero patatero. Para colmo el ultimo dia que salimos casi acabamos en comisaria, por un mal entendido con la policia, eso si con rueda de reconocimiento en plena calle, como si fueramos unos putos delicuentes…y es que me daba a mi la sensación de ser un turista de segunda, pobre, pellejo hotelero de tres estrellas o menos y de remate nacionalidad española…
El ultimo dia de snow estuvimos en Vallnord y sinceramente, quitando el espesor y algun que otro fuera pista, muy inferior a su principal estacion rival.
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